Adrián se ha encontrado en medio del patio una preciosa peonza y… se la ha guardado rápidamente en el bolsillo. Pero, ¡ay!, al rato le asalta un pensamiento entrometido… ¿Y SI TIENE DUEÑO?
De la imaginativa mente de Adrián empezarán a surgir los razonamientos más enrevesados (y divertidísimos) para contestar que no a esta pregunta y convencerse de que se puede quedar con la peonza sin ningún tipo de remordimiento.

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