Quien lea este libro tendrá la posibilidad de caminar con él por cuantos lugares se describen y mencionan. El prólogo de Emma Martinell abre generosamente la espita de los recuerdos y nos acerca al talante personal y literario de la escritora y amiga. Las rutas serían menos enjundiosas si la lupa que se coloca sobre el mapa no fuese la literaria. Por eso se ha dicho tanto que Martín Gaite es un lugar. Diríamos que muchos, todos los que ha visto, imaginado y narrado, para que al acercarnos como lectores pudiésemos experimentar vivencias similares. Cada uno de los capítulos que conforman la obra se convierte en un camino posible. Animamos al lector a recorrerlos y dejar volar su imaginación sobre los textos de Carmen Martín Gaite.

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