Ni lavándose la cara, ni haciendo ejercicio, ni poniéndose a la sombra, ni tampoco otros remedios -cada cual más insólito e incluso divertido- logran curarle el dolor de cabeza a Fab.
Entrañable y algo despistado, el monstruo amarillo que protagoniza este clásico de Carme Solé demuestra ser bondadoso y solidario cuando descubre que un amigo está en apuros; sus preocupaciones desaparecen para ayudar a resolver urgencias mayores.
«Fab» también es un homenaje a otros personajes monstruosos de David McKee. Figuras que tradicionalmente suscitarían rechazo por ser extrañas o diferentes, en este caso son protagonistas de historias inspiradoras y llenas de humor.

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