En “Las almas muertas”, publicada en 1842, un año después de la muerte de Pushkin, Gógol culmina el dominio de su estilo narrativo.
Un pequeño terrateniente, Pável Ivánovich Chíchikov, se dedica a comprar campesinos muertos para registrarlos como vivos y conseguir así las tierras que se concedían a aquellos que poseyeran un cierto número de siervos. Para Nikolái Gógol este argumento es un pretexto, y al pasear a su héroe por toda Rusia para comprar almas muertas a los terratenientes de la época, encuentra la ocasión para pintar un retrato del ser humano en su versión más cruda y detestable.

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