Todavía no había amanecido en la calle del Ciruelo, pero en la casita blanca Sam y su mamá osa cocinaban pasteles para repartir entre todos los vecinos. ¡Sam estaba tan impaciente! No podía esperar a que salieran del horno.
Al fin, metieron los pasteles en doce bolsitas y subieron a la camioneta. Cuando llegaron a la primera casa, mamá osa le pidió a Sam que llevase la bolsa sorpresa hasta la puerta. Sam dudó temeroso. ¿Cómo iba a hacerlo él solo?
Esta dulce historia habla del apoyo de los padres y el impulso imprescindible que deben dar para que los niños ensayen sus primeros pasos hacia la autonomía.
Puedes hacerlo solo, Sam
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