El monasterio de San Juan de Caaveiro

El monasterio de San Juan de Caaveiro

Los orígenes del monasterio de Caaveiro, como los de otros muchos monasterios, son inciertos. En todo caso estos orígenes parecen estar unidos a S. Rosendo, figura destacada de la Galicia medieval del siglo X: fue virrey, obispo de Mondoñedo e Iria y fundador del monasterio de Celanova. Los datos de que disponemos apuntan a un resurgimiento del cenobio, a finales del siglo IX, como resultado del agrupamiento de anacoretas o eremitas que hacían vida santa por estar tierras, difícil sería encontrar un lugar tan apartado. El papel de S. Rosendo, que debió aprovechar también el cenobio como centro de retiro, es el de garantizar su supervivencia con una importante donación, en torno al 938, de la mayor parte de las tierras cultivables a la derecha del Eume, situadas en las feligresías de la Capela, Cabalar, Soaserra, S. Braulio de Caaveiro, Goente y S. Pedro de Eume. El Recuerdo de S. Rosendo se va a mantener a lo largo de la historia del monasterio en la documentación, en alguna leyenda y en las reliquias que van a sobrevivir a su desaparición: en concreto una casulla y un cáliz, que están en un relicario en la Iglesia de las Nieves, en la Capela. Como otros muchos monasterios, a lo largo de los siglos XI, XII y XIII, se va a enriquecer con donaciones particulares, entre ellas las de la llamada familia Traba, y privilegios reales (privilegios de Alfonso VII, Fernando II y III), que delimitan un coto que se extendía por 17 feligresías, a la derecha del Eume, entre Cabañas y As Pontes.

Editorial: Diputación Provincial de A Coruña. Imprenta Provincial
Autor: Carlos de Castro Álvarez
ISBN: 9788495335012
Edición: 1ª ed., 1ª imp.
Páginas: 401

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Los orígenes del monasterio de Caaveiro, como los de otros muchos monasterios, son inciertos. En todo caso estos orígenes parecen estar unidos a S. Rosendo, figura destacada de la Galicia medieval del siglo X: fue virrey, obispo de Mondoñedo e Iria y fundador del monasterio de Celanova. Los datos de que disponemos apuntan a un resurgimiento del cenobio, a finales del siglo IX, como resultado del agrupamiento de anacoretas o eremitas que hacían vida santa por estar tierras, difícil sería encontrar un lugar tan apartado. El papel de S. Rosendo, que debió aprovechar también el cenobio como centro de retiro, es el de garantizar su supervivencia con una importante donación, en torno al 938, de la mayor parte de las tierras cultivables a la derecha del Eume, situadas en las feligresías de la Capela, Cabalar, Soaserra, S. Braulio de Caaveiro, Goente y S. Pedro de Eume. El Recuerdo de S. Rosendo se va a mantener a lo largo de la historia del monasterio en la documentación, en alguna leyenda y en las reliquias que van a sobrevivir a su desaparición: en concreto una casulla y un cáliz, que están en un relicario en la Iglesia de las Nieves, en la Capela. Como otros muchos monasterios, a lo largo de los siglos XI, XII y XIII, se va a enriquecer con donaciones particulares, entre ellas las de la llamada familia Traba, y privilegios reales (privilegios de Alfonso VII, Fernando II y III), que delimitan un coto que se extendía por 17 feligresías, a la derecha del Eume, entre Cabañas y As Pontes.

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